Quien soy si eres tu quien se repite entre mis letras, otra vez la misma duda, ¿divaga mi mente o el corazón?, otra vez dudo al escribir con toda mi certeza y me niego al creer que no creo en nada pero creo en ti y si creo en ti, creo en la belleza, y si creo en la belleza creo de nuevo en tus sentimientos y si creo en los tuyos estoy obligado a creer en los míos y eres entonces el circulo vicioso que me lleva a Dios.
Escucho, en mi mente presente, voces pasadas y futuras que me subyugan a tal punto que dejo de ser yo para ser ustedes en mi propia tinta y escribir sin miedo sus experiencias, sus detalles, sus acciones y pesares, y aunque mi letra sea triste siempre termino hablando de amor. ¿Acaso es ella la culpable de un corazón demente? De un sentimiento inconsistente que se vuelve eterno y aunque débil mi frase tu recuerdo intenso la mantiene.
Escribo sin leer mis líneas porque de hacerlo retrocedería, porque si mirara una frase mas arriba volvería a lo que ya no es y empezaría otra vez de cero, como quien borra de su hoja las palabras pero deja la marca; aquella que te acusa, que te dice que no eres ahora lo que dices ser porque alguna vez fuiste diferente, porque existe en ti el sello, aquella cicatriz que te diferencia, del arrepentimiento en tus palabras inconclusas que al ser borradas quedaron para siempre en un recuerdo olvidado y ese fue tu error esta vez, el del amor liquidado por mi lápiz, por la lentitud de mis emociones en un mundo que no perdona el pensar y que enseña a actuar sin remordimientos, sin ataduras sin alma y sin…..
Me he quedado sin palabras, y otra vez el mundo me buscara por eso, porque no cumplo sus requisitos, porque no soy lo que debería ser y aun así me atrevo a escribirlo, soy peor que un rebelde, que un revolucionario que un creyente, soy honesto y transparente algo que esta sociedad jamás perdonaría y ante tal pecado y desfachatería; ahorcado, baleado en tan pocas palabras asesinado. Continúo….
Pero no me iré de este mundo sin aclarar el detalle que me llevó a la muerte, el de la palabra siempre dicha y el de la verdad hasta el último aliento. Que nunca te detengan las falsas verdades, las ilusorias virtudes y la más peligrosa, la maldad consciente. Estos son los verdaderos designios de la perdición acompañados de un último aliado, la ignorancia.