sábado, 27 de febrero de 2010

Senderos de Piedra Caliza

El fuego quema sus pies en senderos ajenos a la imaginación humana, los gritos y el dolor lo enloquecen, o quizás ya enloqueció hace más de un milenio y vive en el engaño de una falsa cordura.


Aquel lugar tiene muchos nombres, muchos significados, pero un solo y oscuro final, Bruno ha olvidado porque llegó ahí, quizás una vida de infidelidades, las mentiras envueltas en sonrisas y los llantos que nunca fueron suyos pero que él causó.


Camina rápido, recorriendo un pasadizo de piedra caliza que parece encenderse sola y quemar sus pies descalzos. A cada lado celdas cubiertas de tierra y olvido, y las barras que esclavizan a los condenados parecen hechas de huesos tan duros, que ni el hombre más fuerte de aquel lugar podría romper.


Una mano ágil escapa del calvario eterno y le sujeta la piel con tanta fuerza que se siente desgarrado; “déjame morir para siempre, déjame, déjame” balbucea loco, con los ojos desorbitados y la sensación más triste que puede sentir el alma, un vacio eterno en la desesperanza certera de estar perdido.


Golpea el débil miembro que lo sostiene y le sonríe maliciosamente, “morirás como todas las noches esta noche, no te preocupes”


Las lágrimas se apoderan del pobre diablo que lo mira asustado, y es que hace mucho no cruza miradas con alguien que parece no estar aterrado en aquel infierno….sí, infierno.


Reanuda su marcha infinita, cruza mil celdas y entiende que en cada puerta se castiga un pecado diferente, una mujer infiel sufre interminables horas de placer que la agotaron hace miles de años y ahora sólo llora que se acabé, pero él y ella lo saben, nunca jamás se acabara.


Otra puerta le muestra un hombre agonizante, raquítico, con los labios partidos de tanta sequedad, lleno de llagas y dolor sobre una cama hecha de billetes de todas las naciones, por primera vez en su existencia parece que el dinero no lo puede saciar, aquí no sirve de nada. Un billete de cien dólares americanos cruza las barras de la celda con una brisa y en su débil locura el hombre en la insania total y desesperada intenta cogerla pero se escapa de entre sus famélicos dedos y al tocar el suelo se incendia y se vuelve papel carbonizado, el hombre llora como si le hubiesen arrebatado esa botella de agua que necesita, o ese almuerzo que hace cuanto no verá, pero la codicia parece ser lo único que sigue vivo en él y gime por aquel billete perdido de su propiedad.


Bruno camina durante horas y no encuentra su celda, aguanta un nudo en la garganta para evitar el llanto que intenta esconder en esa superficie fría que no se queja por el ardor en sus pies.


Unos ojos tristes se asoman de una de las infinitas celdas y le preguntan obligándole a detener el paso, “¿cuál es tu pecado?”.


-No, lo sé - se responde para sí mismo – deben ser miles, quizás verse obligado a observar las desgracias de la gente sin poder decir nada, sin poder hacer nada, aguantando el llanto y la tristeza sean su castigo, pero realmente no lo sabe, su alma se retuerce de miedo al pensar que algún día encontrará su celda y ese día empiece realmente su infierno.


Camina condenado camina, que cuando se agoten tus pasos empezará tu castigo, retumban las palabras recorriendo todo los rincones, escurriéndose entre la piedra caliza y taladrando sus oídos.


-Tengo que seguir caminando – le dice – no puedo detenerme, nunca podré.

-Si puedes – afirma él mientras sus ojos brillan, acerca su mano a la suya y abriendo su puño con cuidado le entrega una llave pequeña – esta llave te permitirá abrir cualquier celda, tienes toda la eternidad para escoger un castigo. Cuando te canses, usa la llave nuevamente para salir y busca otro – se ríe – así nunca te aburrirás.


-¿Por qué me la das?, ¡No podrás escapar de esa celda si me voy!


-Digamos que – gira la vista hacia su espalda, Bruno intenta ver que hay detrás pero solo hay oscuridad – me gusta este castigo, me gusta tanto, que podría quedarme una vida entera, o hasta mil – ríe una vez más – ¿quieres ver de qué se trata?, si no te gusta, tienes la llave para salir.


La curiosidad se mescla con la intriga, la fatiga tiene por primera vez esperanza y por un momento en tanto tiempo, él duda mientras un rostro sonriente espera su respuesta…


¿Qué escogerías tú se preguntan las almas de aquel lugar?

lunes, 1 de febrero de 2010

Senderos

Imagen del blog "Criatura Nocturna"

Camina por senderos oscuros, con palabras ajenas con recuerdos perdidos en un corazón vagabundo que lo sigue como perro fiel, escudando en su locura una sola razón para empaparse de ti.

Sus ojos de un claro oscuro que enternece el alma del que no lo conoce, se pierde en una primera percepción. Sus zapatos gastados de tanto caminar levantan el polvo que parece detenerse en la ingravidez de un minuto perdido, en el que el péndulo del tiempo no puede encontrar su camino de retorno.

Una gabardina cubre su cuerpo, y las sombras de una noche sin estrellas oculta la mayor parte de su rostro, pisa el césped con cuidado, preocupado de que sus huellas no queden grabadas en su andar y delaten el camino.

Llega a la lápida de sus palabras, aquellas que había intentado olvidar por tanto tiempo, se detiene por fin en la cumbre de un destino que no le pertenece e intenta volver a poner en papel lo que muchas veces dejó escapar de su mente.

Se arrodilla rendido por el recuerdo, conformándose a vivir en una vida sin ella, olvidando sus palabras, prisioneras de la tinta que nunca pudo ser derramada.

He puesto bajo tu pasado una lápida que me obliga a olvidarte…

He puesto en mi mente mentiras que te acercan y verdades que te alejen…

He puesto sobre mí la responsabilidad de nunca más amarte por respeto al amor de otra mujer...

Y sobre ti…

Sobre ti se posa la esperanza de estar equivocado.