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Me dijiste que esperara al mañana para poder amarnos;
Esperé mil ocasos y una luna llena para olvidar tus palabras y seguir mis propios pasos.
Escribo sin ánimos de leer lo que dejo atrás, sin pensar, hipnotizado por el movimiento de mis dedos en un teclado que se vuelve frío y ajeno, tan lejos de la tinta y el papel donde empecé a escribir por primera vez.
Publicaré este sentimiento como nazca, sin el mínimo deseo de releerlo, sean ustedes jueces de mis palabras, y de aquel sentimiento que nace en mí al dejar mi mente en blanco para ella.
Qué tristeza dejarte escapar de entre mis dedos, escurridiza fantasía extraviada de mujer, que se pinta en mis ayeres y desdibuja un “tal vez”.
Quizás mañana te vea y te amé como la primera vez…
Tal vez, tal vez…
Eres la duda recurrente de un te amo en la intensidad de un minuto perdido. Me gusta escribir sin un sentido y que mis palabras me lleven a la deriva como el naufrago de sentimientos que imagino ser cuando no estas.
Tal vez, tal vez...
Sumergido estoy en la marea de tus labios y en el dulce despertar de un sueño infinito junto a ti.