El ambiente se pinta de blanco y negro, el hombre de tez blanca y penetrantes ojos verdes entra al bar con la mirada perdida en el humo del ambiente, se acerca a la barra al ritmo del piano y saxofón que marcan sus pasos.
Sin darse cuenta toma su primera copa, perdiéndose
en sus pensamientos hasta que una voz dulce lo trae de vuelta, gira la vista
lentamente y sigue la mirada de todo el bar, a la distancia una hermosa mujer
en un vestido negro canta al ritmo del saxofón. Olvida el licor, olvida sus
penas, recuerda porque está ahí y la observa. Una lacia cabellera negra recorre
su rostro y cuando canta, la parte inferior de sus labios tiemblan, solo para
hacer notar un brillo único y espectacular que nace en sus ojos negros que por
momentos parecen volverse de un café intenso cuando tocan la luz.
Su voz se detiene, y a pesar de que el saxofón sigue,
todo el lugar parece quedar en silencio, su silueta perfecta desaparece entre
la gente mientras baja de ese pequeño escenario y aquel hombre vuelve a quedar
en la soledad de sus noches oscuras y el frio de aquel hielo que rodea sus
manos.
Busca en su gabardina el último cigarrillo de
aquella noche y se dispone a fumarlo cuando aquella perfecta silueta de mujer
aparece cerca a él, se sienta a su lado sin mirarlo y con una seña delicada
llama al barman que acude de inmediato con un vaso de vodka.
Tan cerca de ella, y sin poder decir palabras
mantiene un cigarrillo apagado en su boca, sin vergüenza la observa, Sus ojos
tienen una mezcla que lo cautiva, tiene una mirada fuerte y viva, ligeramente
achinada y su piel blanca se vuelve de un matiz caribeño en aquella oscuridad.
Ella se da vuelta ligeramente y se da cuenta
que la observan, lo mira divertida y parece sonreír – eso no se va a prender
solo – le dice esbozando una sonrisa
El hombre regresa a la realidad de golpe y
busca nervioso un encendedor mientras los ojos perfectos de aquella mujer lo
siguen.
¿Y no me vas a invitar uno? – juega con él
El hombre sabe que es su último cigarrillo, lo
sostiene y lo ofrece, como si este fuera la única forma de tocar su boca. Ella
lo recibe delicadamente y sus labios se cierran en una eternidad fugaz, mientras
sus miradas se cruzan, se esquivan y entrelazan, en búsqueda de algo más que
sus ojos y su voz divertida lo vuelve a estremecer.
¿Tienes fuego?, esto no va a prender solo….
Aquel hombre nunca se había sentido tan torpe
en su vida, acerca con cautela el fuego, cuidando no rozar un mechón que se
desprende y baila al compás de un saxofón que no se detiene en ningún momento.
Quiere
decirle mil cosas, quiere decirle que a pesar de que nunca han hablado, él está
enamorado, quiere decirle que hace mas de un año regresa todos los viernes a
ese bar sólo para perderse en lo dulce de su mirada y lo melódico de su voz,
quiere decirle tantas cosas pero su voz se pierde en un intento fallido de
decirle su nombre.
Ella lo mira fascinado mientras sus ojos
brillan, se pone de pie y se acerca lentamente, separa el cigarrillo de su boca
y dispara una bocanada de humo hacia el él. Sus labios tocan su rostro y marca
su lápiz labial en uno de sus pómulos, sin palabras el saxofón la aleja y
regresa a ese espacio vacío, al escenario y a su música.
El bar se vuelva a iluminar con su voz y por un
segundo en esa eternidad, sus ojos parecen encontrarse y se mezclan en el negro
y verde de su alma, él con la seguridad de que la va a amar siempre en su
silencio, su torpeza y su bondad que se mantienen ocultos en la barra de un
bar.
Seguro también de que ella ama la libertad
que le da la música; pero esa noche y solo por esa noche, cantará al compás de
un corazón que la observa del otro lado del bar y no puede evitar sonreír
cuando siente la verde presencia de su mirada….
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