miércoles, 20 de junio de 2007

Caso: Wachiman (100% Peruano)

Aunque no es usual para mi colgar textos que no sean netamente literarios, sentí necesario colgar esta pequeña observación antropologica que escribí como critica social:






Desde la primera vez que alguien se acerca al guardia de seguridad y le dice: wachiman, ya esta siendo racista de una u otra manera. Con esta idea en la mente me acomodo en lo que será mi punto de observación por las próximas horas, a escasos metros de las escaleras de entrada a Larcomar observo detenidamente a un hombre como muchos otros en el país, un guardia de seguridad mas conocido en nuestra sociedad como WACHIMAN.

Llego a las 6:30pm del sábado dieciséis de junio del 2007, Larcomar y sus alrededores esta repleto de una variedad de personas de diferentes estratos sociales; pienso por un segundo y encuentro en ese mismo pensamiento un poco de racismo, sin haber hecho una investigación ni haber preguntado a nadie separe casi sin pensar a la gente en dos grupos, los que tienen y los que quieren tener. No solo por el color, diría que el color esta en ultimo lugar, predominó la lectura de los cuerpos, sus expresiones y el manejo del lenguaje, lo que me facilitó separarlos en los grupos antes mencionados y sin darme cuenta practique el racismo de una manera encubierta y prácticamente sin ser conciente de dicho hecho.

Sacudiéndome un poco esa idea en busca de una observación lo mas objetiva posible me dedique a capturar las actitudes de la gente hacia esa profesión en especifico, En un contexto mas objetivo aísle dos grupos ya no por una distinción racista aunque aun con rasgos subjetivos; un estado mental del peruano promedio:

1) El primer estado mental era el del individuo sin problemas económicos, aquellos que con su forma de andar o de mirar denotaban cierta seguridad, esa que solo puede dar el dinero y la posición social. A este estado lo denominare como poder de cuna. (nacidos con privilegios)

2) El segundo grupo o estado mental que percibí fue el de aquellos individuos mas inseguros, que cuando caminaban solos parecían cargar con un escudo que los protegiera contra miradas racistas, que sabían que su posición en el país estaba por debajo de un grupo social que muchas veces no se merecía estar donde estaba, pero que cambiaban totalmente desinhibidos cuando iban acompañados de un grupo de personas de su mismo estrato social, a este grupo lo denomine poder de grupo. (membresía a un subgrupo especifico)

Con esto me di cuenta de dos cosas importantes, ninguno de los dos grupos carece de poder solo que son activados por diferentes mecanismos y son regidos por la psiquis humana.

¿Por qué la necesidad de separar a estos dos grupos?, me explico; cuando me encargue de describir al sujeto en estudio (el agente de seguridad) resumiré utilizando estos estados mentales por cual y como se están viendo afectado en cada situación.

Comencé observado sus rasgos físicos, era un sujeto de aproximadamente 1,74 de altura, de semblante duro como si la necesidad de defenderse de la sociedad ya lo hubiese cambiado mucho antes. En las cuatro horas y media de observación, no lo vi sonreír, mucho menos bromear con alguno de los compañeros de seguridad que se acercaban a él esporádicamente, aunque podría ser un rasgo de su personalidad no descarté la posibilidad que fuera a causa de haber lidiado antes con el racismo que su profesión genera una y otra vez en el transcurso de su vida adulta y digo adulta para delimitar mi análisis de personalidad y evitar la necesidad de rasgar profundamente en una mente que hasta el momento simplemente era de percepción propia.



Hubieron pocos momentos en los que resalté una confrontación racial y si es que realmente las hubo fueron totalmente solapadas, la primera a causa de el poder de cuna, una chica de aproximadamente 23 años, alta, de contextura delgada y un semblante coqueto, se incomodó al notar que el guardia la observaba y lo resolvió dándole la espalda y mostrando una notable mueca de desaprobación, acto seguido el guardia baja la cabeza como si estuviera avergonzado y a grandes zancadas se aleja del lugar pero sin descuidar la zona a su cargo.

Después de titubear un segundo a causa de la situación intento dar una lectura objetiva al suceso aunque vuelvo a recalcar siento que mis opiniones están cargadas de subjetividad. En pocas palabras ha sucedido lo siguiente: la chica al darse cuenta que alguien como un wachi la ha observado se siente asqueada (en falta de un mejor término) se da la vuelta para darle a entender que ella esta totalmente fuera de sus posibilidades y el guardia de seguridad que quizás ni siquiera estaba observado de otra manera que no fuese la de una mirada perdida haya notado el cambio de actitud y se haya sentido ofendido pero con impotencia, al saber que no podría aclarar la situación dejándole como ultimo recurso alejarse del lugar.

Un segundo incidente se dio lugar justo antes de que abandonara mi lugar de observación para dar por terminado mi análisis. Un hombre de mediana edad, de tes oscura y ropa desarreglada se acerca al guardia con seguridad y antes de estar junto a él deja en el aire un comentario “eh amigo tienes hora”, el guardia se da la vuelta y sigue caminando ignorando completamente la petición del segundo individuo, este repite su pregunta pero la situación anterior se repite, se aleja enfadado y al cabo de cinco minutos se acerca al guardia acompañado de dos personas mas y aunque no escucho con claridad lo que dicen rescato de uno de los amigos de aquel individuo un “oe huevón, estas sordo”. En esta situación el guardia no baja la cabeza, se enfrenta a los tres individuos y todo se calma cuando otros dos agentes de seguridad se acercan a intervenir.

Para mi, esto tiene una lectura un poco mas fácil que la primera situación, en primer lugar el agente de seguridad no se siente intimidado por alguien que asume no esta lejos de estar en su posición social, aquí se desencadena el denominado grupo de poder, el sujeto en cuestión va en busca de sus amigos para enfrentarse a una situación que decide no afrontarla solo, el guardia reacciona, no permite que personas “aparentemente” del mismo nivel social que él lo agredan de ninguna forma, acá reluce el autoracismo que se inflinge el guardia al tener dos formas de reaccionar ante un mismo tipo de agresión.

En conclusión, el racismo no es solo algo que se a gestado en nuestra realidad, no es “algo de peruanos”, es también un “estado mental” que conoce victimas y victimarios, es un sentimiento de segregación para una sociedad cada vez mas fragmentada como la peruana y hasta que no encontremos una forma de combatir este cáncer en el sistema y la sociedad peruana, seguirá acabando con la unidad de un país en crisis que con mas frecuencia esta siendo impulsado por discursos de rechazo, odio y resentimiento

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